Jubilados

(Publicado en revista “Huevos”, año III, Nº 10, Abril-Mayo 1994)

La marcha 100
Mi vieja va a la plaza con pancartas.
El ’94 parece que se viene con todo. Los jubilados hicieron su marcha 100 dando muestras de que no se rinden y que están dispuestos a amargarle la vida al gobierno.
Por esa perseverancia, esa valentía, es que el 2 de marzo estuvieron rodeados masivamente por la Madres de Plaza de Mayo, organizaciones sindicales, estudiantiles y políticas y de tanta gente que en forma individual se acercó a llevar su solidaridad.
Claro, estuvieron también muchos caretas como los radicales que sólo buscaban sacar réditos para sus internas partidarias.
Casi al finalizar la concentración en Plaza de Mayo la cosa se pudrió.
Norma Pla y algunos choferes de la UTA que sabiamente quemaban un cartel que decía “Menem ‘95” empezaron a forcejear con la cana y ahí nomás nos prendimos todos los que estábamos en primera línea puteando hacia la Casa Rosada.
Luego la mayoría de los medios mostraban a los jóvenes que le hacían el aguante a los yutas y los locutores decían ¡Esos no son jubilados!
¡Chocolate por la noticia! Pero se olvidaban que en las 100 marchas de los jubilados siempre hubo jóvenes y lo seguirá habiendo, porque la juventud siente y padece también las injusticias de esta sociedad.
Entonces nosotros decimos que lo que para ellos es una vergüenza, para nosotros es un orgullo, porque enfrentamos a los que defienden a Menem, a los que apalean ancianos en el Congreso, a los que reprimen trabajadores en los conflictos en las fábricas  y a los que nos dan palos y gases en las canchas.
Aquellos que tiene la boca dura (y la cara dicho de paso) y el puño blando… merecen algunas líneas (sólo algunas) la actitud del MAS, MST, PO, PTS. Estos sectores troskistas que hablan y alaban al Santiagazo, que llaman traidores (¿?) al Ejército Zapatista de Liberación Nacional de México, en su mayoría dieron la media vuelta y huyeron o se pusieron prudentemente a cien metros de la pelea. Eso si cantando y llamando a la huelga general. Todo otro comentario está de más.
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(Publicado en revista “En Marcha”, año IV, Nº 44, Julio de 1991)

Jubilados.
Otra lucha contra el modelo liberal.
Durante los primeros meses, en todo el país, las plazas se han colmado de jubilados, reclamando por sus derechos. Si el gobierno esperaba que no protestaran, que se bancaran el hambre porque son “viejitos”, se equivocó fiero. Se olvidó que el nuestro es un pueblo con una rica historia de lucha; que a los argentinos nunca nadie nos regaló nada; que nuestra Patria se forjó con sangre y con lucha. En fin, que aunque quieran convertirnos en una colonia yanqui, sometiéndonos a la miseria y al atraso, tiene en frente un gran obstáculo: un pueblo que no se resigna a vivir de rodillas.
La misma maniobra de siempre.
Cuando se dieron cuanta que los jubilados no estaban dispuestos a morirse de hambre y en cambio salían a la calle , en forma cada vez más masiva, a protestar por sus derechos, Menem, Cavallo y cia. recurrieron a la maniobra de siempre. Como lo hizo Alfonsín cuando descubrió que los docentes no se mancaban sueldos de hambre por el solo hecho de ser “maestros”, Menem, que ha adquirido una gran experiencia en el último tiempo, se jugó a dividir, a desmovilizar, a meterles miedo, por supuesto que reconociendo que “el reclamo es justo, pero no se puede”.
La TV mostró a los jubilados en las plazas y en la calle, preocupándose fundamentalmente por identificar a los diferentes grupos y no perderse ni una de las polémicas entre Gionnini, Norma Pla, la Mesa Coordinadora, etc. y sobre todo, mostrando el costado sensiblero de la cosa, como si los “pobres viejitos” no formaran parte de un pueblo conciente, que no va a aceptar mansamente que avasallen sus derechos.
Durante meses los jubilados demostraron gran firmeza, enfrentándose a la policía, a los funcionarios oportunistas, metiéndose de prepo en Tribunales y en el Ministerio de Economía. Pero la operación del gobierno fue fuerte y la confusión, la represión y las maniobras divisionistas están, por estos días, haciendo sentir sus efectos.
La lucha va a continuar.
Que este conflicto –como todos los conflictos largos que no logran coordinar su lucha con otros sectores y soportan el tremendo accionar del gobierno- se está desinflando, es una realidad. Pero es una verdad a media sino decimos con claridad que la de los jubilados, como la de los ferroviarios, como la del resto de la clase trabajadora, es una lucha que está cuestionando la esencia misma de este modelo liberal y sus consecuencias de hambre y miseria.
Por eso, aunque hoy sean menos los jubilados que concurren a las marchas y a las plazas, nadie va a olvidarse de esta experiencia de lucha y sus puntos más altos de enfrentamiento con el gobierno. Mientras que el ex ministro de Economía chileno declaraba a la prensa argentina que “el problema es que acá os trabajadores ganan mucho, más de cien dólares” y que “a los jubilados no hay que aumentarle porque no son prioridad en este nuevo modelo económico, los cipayos locales –con Menem y Cavallo a la cabeza- pensaban quitarnos el aguinaldo. Fueron los jubilados los únicos que se movilizaron para exigir el rechazo de la propuesta.
Seguramente muchos de los que han salido a la calle han revivido viejas experiencias de lucha, porque nunca nadie les regaló nada y todo tuvieron que conseguirlo luchando. En un futuro cercano, luego de tantas jornadas de organización, movilización y debate, los jubilados volverán a estar masivamente en la calle. Pero esta vez, si queremos que el golpe sea fuerte, habrá que coordinar todos los reclamos –los de los jubilados, los de los trabajadores en conflictos, los de los desocupados- en una sola gran protesta contra Menem, Cavallo, la injusticia y la entrega.